No hay nada más atroz que la ira de la naturaleza, la desolación que deja a su paso nos restriega en la cara que ante su furia poco o nada el hombre puede hacer. Estas reflexiones me invadieron al visitar el Campo Santo de Yungay en Ancash, zona del ande peruano.
En ese lugar yace sepultado todo un pueblo. La tarde del 31 de mayo de 1970 un sismo de 45 segundos y de más de 7 grados provocó el desprendimiento de un bloque de nieve y hielo del pico oriental del nevado Huascarán produciéndose un alud que terminó con la vida de más de 20 mil personas. Solo quienes corrieron hacia el cementerio de la ciudad (antiguo vestigio Inca), los asistentes al estadio local y los niños que fueron a disfrutar del espectáculo del circo Verolina sobrevivieron a la peor catástrofe que ha azotado al Perú.
Hoy, ese lugar que carga sobre sus espaldas el drama de tantas familias, es un Santuario visitado por turistas que sienten esa mezcla de paz con profunda tristeza al ir observando el registro de lo ocurrido hace más de 30 años.
El hermoso cielo que ilumina este inmenso campo de altas palmeras y cautivantes flores y que es observado en lo alto por un Cristo gigante, ubicado en el refaccionado cementerio de la ciudad, convierte a este panorama en un paisaje difícil de olvidar por su sobrecogedora belleza.
Yungay albergará por siempre en su corazón esa pena, pero el pueblo lucha y se ha recuperado y ofrece al turista lugares hermosos para visitar como las Lagunas de Llanganuco y no solo eso sino que los invita a compartir sus costumbres y deleitarse con su cocina.
Si quieres saber más de Yungay visita: http://www.yungayperu.com.pe/
En ese lugar yace sepultado todo un pueblo. La tarde del 31 de mayo de 1970 un sismo de 45 segundos y de más de 7 grados provocó el desprendimiento de un bloque de nieve y hielo del pico oriental del nevado Huascarán produciéndose un alud que terminó con la vida de más de 20 mil personas. Solo quienes corrieron hacia el cementerio de la ciudad (antiguo vestigio Inca), los asistentes al estadio local y los niños que fueron a disfrutar del espectáculo del circo Verolina sobrevivieron a la peor catástrofe que ha azotado al Perú.
Hoy, ese lugar que carga sobre sus espaldas el drama de tantas familias, es un Santuario visitado por turistas que sienten esa mezcla de paz con profunda tristeza al ir observando el registro de lo ocurrido hace más de 30 años.
El hermoso cielo que ilumina este inmenso campo de altas palmeras y cautivantes flores y que es observado en lo alto por un Cristo gigante, ubicado en el refaccionado cementerio de la ciudad, convierte a este panorama en un paisaje difícil de olvidar por su sobrecogedora belleza.
Yungay albergará por siempre en su corazón esa pena, pero el pueblo lucha y se ha recuperado y ofrece al turista lugares hermosos para visitar como las Lagunas de Llanganuco y no solo eso sino que los invita a compartir sus costumbres y deleitarse con su cocina.
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Observa el tamaño de la roca que cayó sobre Yungay.
Así quedó el ómnibus tras el alud.
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