sábado, 14 de febrero de 2009

Con ustedes su majestad: el Cajón peruano

Siempre quise aprender a tocar un instrumento. Lo intenté con la guitarra sin mayor éxito, pues la impaciencia me ganó la partida. Ya cuando había tirado la toalla, el cajón se me cruzó en el camino.
Una tarde una amiga vino entusiasmada a comentarme lo que vio en un anuncio de un periódico. ¿Por qué no aprendemos a tocar cajón? me dijo, y a partir de esa singular sugerencia se la pasó hablándome de las bondades de un instrumento musical del que en verdad yo no sabía casi nada. “Nos relajará, sirve como terapia contra el estrés, no debe ser tan difícil aprender a tocarlo”, me comentaba mientras intentaba convencerse de que era una buena elección tomar el curso.
No sé si, finalmente, fueron sus argumentos o el querer ocupar mi tiempo los sábados por la tarde que sin darme cuenta ya estaba inscribiéndome en un taller dirigido por una de las mejores percusionistas peruanas: María del Carmen Dongo.
Recuerdo como ayer mi primera clase: María del Carmen dijo que todos podíamos tocar el cajón, que los golpes del cajón eran como los latidos del corazón, que el ritmo lo llevábamos desde vientre materno. Y cuanta razón tenía.
Negros, cholos, chinos y blancos de toda edad y condición social aprendimos a tocar el cajón y lo hacemos con el mayor gusto. Nos imbuimos de su ritmo contagiante, cada golpe nos hace perder la noción del tiempo y olvidar el ligero dolor en nuestros dedos. No hay quien se resista a mover alguna parte de su cuerpo mientras escucha una buena cajoneada. Y es que el ritmo cadencioso atrapa al auditorio.
El cajón, declarado en el Perú patrimonio cultural de la Nación, es un instrumento de la costa peruana. Es por excelencia la base de un buen festejo (ritmo negro peruano). Junto a una guitarra, acompaña también a nuestro peruanísimo vals.

Cuentan los historiadores que este instrumento servía de acompañamiento para las canciones que los esclavos negros entonaban. No tenía la forma ni la estructura que hoy apreciamos, era probable que fueran cajas de frutas o en desuso que estos esclavos eran obligados a cargar y que luego de largas jornadas de trabajo, ya en sus horas de descanso, les servía para arrancarles sonidos y acompañar sus cánticos.


Si no has escuchado los golpes de un cajón peruano anímate a hacerlo: http://www.myspace.com/manomaderaperu


Si ya lo escuchaste y te gustó, anímate a tocarlo solo necesitas las ganas de aprender y verás como te dejas llevar por el ritmo contagiante de "su majestad el Cajón" como diría nuestro Decimista Nicomedes Santa Cruz.



En el II Festival Internacional de Cajón peruano

1 comentario:

Lokowilli dijo...

este curso de cajon peruano tambien esta interesante

curso de cajon peruano