lunes, 30 de enero de 2012


20 cosas que debe hacer un periodista policial
24/01/2012
Si el periodismo es apasionante, el periodismo policial lo es aún más. Un periodista policial aplica técnicas de investigación periodística y tiene la oportunidad –aunque no como quisiera– de plasmar sus historias en crónicas. A continuación, algunos consejos sobre el ejercicio de una de las especialidades del periodismo más requerida por los medios de comunicación.
1.- El periodista policial es riguroso. La información que recoge debe ser precisa para poder contar con exactitud el hecho policial, sea una estafa, un robo o un crimen.
2.- No olvida los detalles. En el periodismo policial son importantísimos los detalles porque el público quiere conocer al milímetro, por ejemplo, cómo ocurrió un robo o un crimen.
3.- Al momento de recoger los testimonios, los graba. No confía en sus anotaciones ni en su memoria.
4.- Lleva siempre una tarjeta de presentación. Dejar su nombre y teléfonos anotados en un papel no es recomendable, pues la gente tiende a botar los papeles, pero las tarjetas no.
5.- Pide números telefónicos. Por ejemplo, en la escena de un crimen anota los teléfonos de deudos, familiares del supuesto victimario, testigos. Más adelante, le servirán para ubicarlos y saber cómo van las investigaciones.
6.- A propósito de números telefónicos, todo periodista policial debe contar con una agenda telefónica que con el transcurso del tiempo se volverá en dos o tres.
7.- Busca y consigue fotografías y videos de los protagonistas de una historia policial. Los familiares y amigos pueden contar con ese material. Las redes sociales ayudan también en esa búsqueda, pero se debe ser cuidadoso y verificar si se trata de la persona sobre la que se está escribiendo.
8.- Cuenta con un archivo personal de los casos más sonados. Guarda las fotos, videos, atestados, manifestaciones, resultados de pericias, etc. Le pueden servir para hacer notas de recordación del caso cuando se anuncie que pasan a etapa judicial.
9. – Hace fuentes. Ello implica que el periodista policial visite las diferentes sedes de la Policía, toque la puerta de quienes manejan la información y pida una cita. Si no quieren, espera en la puerta. De tanto verlo, aceptarán conversar con él.
10.- Cultiva fuentes. Se gana la confianza. Llegará el momento en que estas fuentes lo llamarán para darle información.
11.-. Ni tan distantes ni tan cercanos. Intenta ser lo más objetivo posible con un caso. No se parcializa, ni se identifica con ninguna de las partes.
12.- Si va a entrevistar a un delincuente, no hace concesiones. Es claro con él. Sabe muy bien que los delincuentes son personas carentes de valores.
13.- Trata con respeto a las víctimas y deudos.
14.- En una historia policial, hay siempre dos partes y el periodista policial plasma esas dos posiciones en sus notas. Es el público el que debe sacar sus propias conclusiones.
15.- Conoce las etapas de una investigación policial. Ello le permite realizar con mayor facilidad el seguimiento de los casos, pues sabrá en qué momento, por ejemplo, se realiza una inspección ocular. Está al tanto de la terminología policial.
16.- El periodista policial posee un background de los casos más importantes, lo cual le permite en su búsqueda de información conseguir nuevos datos o asociar casos. Una gran historia depende muchas veces de su capacidad de recordación.
17.- En el caso de los secuestros, un periodista policial se maneja con cautela. El afán por conseguir primicias no debe llevarlo a poner en riesgo las investigaciones policiales. Y es que en estos casos una vida está en juego.
18- El periodista policial es consciente de que no es policía ni detective. Su trabajo tiene un límite. Puede aportar sí, mas no resolver los casos.
19.- Redacta para atrapar al lector y para eso cuenta una historia.
20.- Un periodista policial tiene que hacer trabajo de campo, no puede ser un periodista de escritorio. Las fuentes exigen un contacto cara a cara, pues la mayoría prefiere no dar información por teléfono.
Si bien la fuente principal de información de los periodistas policiales es la Policía, los servicios de Serenazgo, Bomberos y La Morgue son también instituciones a las que acuden con frecuencia. Esta es solo una mirada de lo que hacen a diario los ‘policíacos’. Esos periodistas infaltables en una escena del crimen, que recorren los pasillos de la DIRINCRI y las DIVINCRI (dependencias policiales en Perú), que esperan horas y horas por un video de un interrogatorio, por un atestado o una manifestación.
(*) Karla Velezmoro es reportera de América Televisión de Perú. Se ha especializado en temas policiales y judiciales y es licenciada en Comunicación Social de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

viernes, 18 de junio de 2010

Hasta pronto

Hace unos días leí en un nick: nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido y creo que eso se aplica perfectamente a ti. Hago un mea culpa por no haber compartido más momentos contigo a causa de ese bendito rollo de que ando full en el trabajo. Sí pues, soy una ingrata. ¿Quién me escuchó todas las veces cuándo sentía que el mundo se me venía encima? Tú. Ad portas de que subas en ese avión y cruces al otro continente, te digo que siempre contarás conmigo y te confieso que ya quisiera dominar la ira cómo lo haces tú.

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Ni siquiera recuerdo cómo nos conocimos. Sí pues, soy una desmemoriada. Me dijiste que fue en la puerta de la Facultad de Letras, seguro fue así. Eran esos años en que los sanmarquinos cargábamos con un letrero en la frente que decía en letras mayúsculas y casi fosforescentes: TERRUCOS. Eran esos años en que Fujimori metió a los soldados -a quienes bautizamos como los tortuninjas- a la universidad. Eran esos años de guitarras y de entonar las canciones de Silvio.
Dicen que los amigos son los hermanos que uno escoge, puede que sea así. Siempre me la he pasado pensando qué tenemos en común, qué nos ha llevado a mantener una amistad de tantos años. Creo haber encontrado la respuesta: LA TOLERANCIA. Y es que si bien nuestra visión de la vida es tan distinta, hemos aprendido que el no estar de acuerdo no significa necesariamente alejamiento sino más bien respeto. Hemos discrepado, nos hemos criticado y hasta disgustado, pero nuestra amistad ha ido más allá de todo eso.
No voy a contar las mil y una anécdotas que tuvimos en la Universidad junto a Johnny porque nos pondríamos en evidencia, pero fueron muchas y una más divertida que la otra. En la Escuela y fuera de ella y ya con la China unida al grupo nos hemos reído hasta las lágrimas. Cómo olvidar esas noches de tertulia en el Pizza Hut, donde había más de un mozo curioso parándose solapa cerca de nuestra mesa para escuchar nuestras aventuras y rajes. ¿Quién nos hará reír ahora?
Ay amiga, te voy a extrañar!!! Criticada por unos y estimada por quienes te conocemos (suena a cliché, pero es cierto) esa eres tú Albita, quien lucha por lo que cree (digan lo que digan) y cómo olvidarlo a quien echan siempre menos edad malditaaa jajaja.
La distancia me da miedo, ya me venció una vez. Confío en que esta vez no sea así porque tú eres la mejor prueba que la distancia no parece ser el gran obstáculo si se sabe cómo lidiarlo.
Sé que con Diego serás feliz (es tu partner my friend), sé que te meterás al bolsillo toda esa ciudad, tú no le temes a los cambios. No te deseo suerte porque sé que no la necesitas. Que te vaya bien amix y que la fuerza te acompañe.

lunes, 29 de marzo de 2010

El misterioso Señor Pruebas

El sujeto detrás del lente es uno de los delincuentes informáticos más buscados del Perú. Un extorsionador sexual cuyo caso ya está en manos de la justicia. Pero ¿quién es este misterioso sujeto acusado por la Policía de los delitos de violación, extorsión y estafa? A continuación conozca la historia del Señor Pruebas, un rey de la pornografía y la extorsión que hoy ha perdido su corona.

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Apenas supo que la Policía estaba tras sus pasos, el Señor Pruebas abandonó el país y se fue a Bolivia. Su identidad había sido descubierta y sus malas artes también. Quien hasta hace un tiempo se había convertido en todo un reto para la Policía por su difícil identificación, ya no era más un identifac, hoy tenía un rostro y un nombre. Este sujeto acusado de extorsionar sexualmente a un grupo de jovencitas había sido plenamente identificado.
Y es que al mejor cazador se le va la paloma. Esta vez el Señor Pruebas no contó con un detalle. Su habilidad por no aparecer en los videos que grababa a incautas chicas esta vez le falló. Fue un espejo el que lo delató. De la revisión de decenas de videos de las más de 50 mujeres que cayeron en sus garras, en cinco apareció su rostro, pista que llevó a la Policía a su plena identificación. El Señor Pruebas quedaba, entonces, en evidencia.
Su nombre: Iván Aguilar Luna, tiene 42 años, es un experto en informática y computación y aparenta, como era de esperarse, ser un hombre común y corriente. Por supuesto muy amigable y sociable. Para su familia y amigos fue toda una sorpresa conocer lo que al parecer era su doble vida, conocer que Ivancito no era más que un falso empresario que seducía jovencitas que aspiraban a ser modelos, anfitrionas o guías turísticas y a quienes luego extorsionaba con los videos íntimos que les grababa.
"Hola, mi nombre es Gigi... tengo 19 años... vivo en Los Olivos y he venido para la prueba y a hacer de todo", presentaciones como esta son incontables en las páginas web que tenía el Señor Pruebas en Internet.
Y ¿cómo contactaba a estas jovencitas? Su blanco eran chicas entre 18 y 21 años que colocaban sus avisos en páginas como Computrabajo ofreciendo sus servicios como modelos, anfitrionas o guías turísticas. Una vez que las seleccionaba, les escribía a sus correos electrónicos haciéndose pasar por mujer y las citaba. El centro de Lima o el Parque Kennedy de Miraflores eran los lugares preferido de este tipo. Una vez allí se mostraba como un empresario caza talentos y bajo promesa de sueldos de 700 soles convencía a las chicas en pasar la primera prueba que consistía en dejarse grabar en la calle posando como modelos. No sin antes, claro, dejar 150 soles por comisión para conseguirles el trabajo o de lo contrario su documento de identidad, su celular y si tenían ipod, hasta el ipod servía de garantía. Lo increíble es que de las 50 jóvenes que la Policía sabe fueron grabadas por este sujeto, al menos 30 accedieron a dar un paso más con él y hacer una segunda prueba.
¿En qué consistía la segunda prueba? Nada menos que en ir a un hostal para que él constate viéndolas en ropa íntima si tenían el cuerpo ideal como para lucir alguna marca comercial. Una vez dentro de las cuatro paredes de la habitación utilizaba su impresionante labia para convencerlas de tener relaciones sexualess. Según lo escuchado en los videos, a unas les decía que el mundo del modelaje y el espectáculo era así, que él tenía que probarlas para poderlas recomendar, a otras les decía que también buscaba acompañantes para extranjeros que pagaban 500 dólares por una noche de placer… previa degustación, por supuesto.
Una vez que aceptaban, las grababa manteniendo relaciones íntimas con él y posteriormente utilizaba esos videos para extorsionarlas. O me pagas o te cuelgo en Internet. Lo más irónico es que las mismas chicas pagaban el hostal y muchas veces con el propio celular que ellas daban en prenda se hacían las grabaciones.
Cinco mil soles era la suma que solicitaba el Señor Pruebas para no colgar las imágenes sexuales en internet. Si no le pagaban, subía lo grabado a su blog o a sus cuentas en Youtube y Cholotube donde presentaba a las jovencitas como trabajadoras sexuales. Pero, el Señor Pruebas no se limitaba a colgar esas imágenes en la red sino que cobraba por el acceso a ver el video completo: 9 dólares por un mes, 35 dólares por seis meses y 55 por todo un año.
Gracias a las diversas denuncias presentadas ante la Policía es que se ha llegado a identificar a este sujeto al que le salieron las cosas bien por buen tiempo, pero no más. Su situación parece empeorar pues podría ser acusado de pornografía infantil de comprobarse que mantuvo relaciones sexuales con menores de edad, relaciones íntimas que grabó y colgó en la red. Los agentes de la DVINDAT (División de Investigación de los Delitos de Alta Tecnología) han detectado al menos dos casos. Llamentablemente ninguna de ellas se ha acercado a denunciar, se cree que es por vergüenza o por temor.
La Policía presume que el Señor Pruebas está intentando ingresar si es que no está ya en Argentina. De acuerdo a los indicios que manejan este no habría actuado solo. Tendría dos cómplices: una mujer que sería quien llama por teléfono a las chicas y otro sujeto más, ambos están aún por identificarse.
Se espera que en los próximos días la justicia ordene la captura internacional de Iván Aguilar Luna. Al Señor Pruebas se le acusa de tres delitos: violación pues una de las seis chicas asegura que él la obligó a tener relaciones sexuales con él amenazándola con una pistola... por extorsión por haber pedido dinero a cambio de no colgar los videos en la web y... por estafa por prometer un trabajo que nunca les dio.
Sin embargo, su captura no garantiza que el chantaje sexual acabe, pues mientras haya jovencitas capaces de todo por el dinero fácil y por cumplir sus sueños de ser famosas, reinados como el del Señor Pruebas serán ocupados por otros.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Tuqui, tuqui, tuqui...


No hay nada mejor que estar en familia, ¿verdad? Y es la Navidad, precisamente, esa fiesta que nos hace recordar y valorar lo importante que es estar al lado de quienes amamos y nos aman. Así que ya saben a celebrar, pavito y champagne en mano, el nacimiento del revolucionario más grande de todos los tiempos: Jesús.

¡¡¡Feliz Navidad!!!

sábado, 14 de noviembre de 2009

La "asesina del martillo"

Dice que lo amaba, pero que no le gustaba su carácter. Ella ama de casa, él un gerente de un banco. A continuación conozca una historia de amor odio que terminó en un violento crimen, una historia cuya principal portagonista es conocida hoy como "la asesina del martillo".
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Mónica Núñez Yacolca tiene 45 años y hoy está tras las rejas por haber asesinado de más de diez martillazos en la cabeza a su ex esposo, Hugo León Altamirano, de 42 años. Pero, ¿qué motivó a Mónica; una mujer reservada, dedicada a su casa y a sus hijos; a darle tan cruel final a quien asegura sigue siendo el amor de su vida?
Mónica, ya detenida, ha detallado pasajes de su vida conyugal que revelan el ciclo de violencia que vivió esta pareja de clase media. No solo eran los insultos como lo señala en su propia manifestación policial, insultos que iban desde "eres una fracasada" hasta "serrana de m..." O las agresiones físicas: cachetadas y lapos que le dejaban moretones y hematomas. Era también la dependencia que ella consideraba casi humillante. Ante la policía, Mónica narró que ella jamás manejó un sol, que él compraba absolutamente todo para la casa. Incluso, contó que cuando ella le pedía dinero para el tinte de su cabello, él le respondía que si se portaba bien esa semana y hacía caso a todo lo que él le decía, él le compraría el tinte que tanto necesitaba.
Pero lo que habría desbordado a Mónica era conocer que su ex esposo había embarazado a su nueva pareja. Y si bien ella afirma que sobrellevó la sitiuación, una de las hipótesis que baraja la policía es que este hecho haya sido el detonante que la haya llevado a asesinar al padre de sus dos hijos.
Mónica y Hugo tenían un matrimonio de 18 años, hasta que hace casi dos años se separaron. Sin embargo, Hugo frecuentaba la casa como si nunca se hubiera ido y hasta mantenía relaciones sexuales con Mónica.
Hugo, gerente financiero de una entidad bancaria, convivía con una nueva pareja: una compañera de trabajo cinco años menor que él y que hoy tiene cinco meses de embarazo. Es decir, Hugo llevaba una doble vida. Mónica pasó de ser la esposa a ser su amante y esta situación fue la que, al parecer, rebasó sus límites.
La madrugada del 1 de noviembre Mónica mantuvo relaciones sexuales con Hugo en lo que fuera su hogar en Salamanca. Terminada la relación sexual, Mónica y Hugo entablaron una conversación sobre sus hijos adolescentes que pronto se transformó en una discusión. Mónica le leyó un libro sobre crianza, lo cual encendió aún más la pelea. Según la manifestación policial de Mónica, Hugo la culpó de la situación emocional en la que se encontraban sus hijos, ella le reclamó su ausencia en el hogar, entonces él la insultó y la tildó de fracasada e ignorante.
Mónica rompió en llanto y, asegura, fue en ese momento que al echarse boca abajo su mano sintió el mango del martillo que estaba bajo la cama, lo cogió y le propinó el primer golpe y, luego, otro más. Ella recuerda que él trató de huir y cayó arrodillado. Verlo así le dio miedo y a la vez pena. Según sostuvo, no quería que Hugo siguiera sufriendo y le dió otro golpe más. A partir de ahí, dice, no recordar nada. Sin embargo, fueron más de diez martillazos los que destrozaron el cráneo de Hugo y acabaron con su vida.
Pero es la frialdad de Mónica en las siguientes horas, lo que más sorprende. Tras bañarse, esperó el amanecer en una habitación contigua. Apenas aclaró, enrumbó a casa de su madre, donde se habían quedado sus hijos. Como si nada hubiera pasado, Mónica cumplió su rutina de los domingos: se fue a misa, tomó desayuno en familia y comió fuera, en esta ocasión en un chifa.
Fue justo después de comer que Mónica recibe llamadas de la familia de su ex esposo preguntando por su paradero, pero fue una llamada en especial la que la inquietó, una llamada en la que le advertían que se presentarían con un patrullero en la casa de Salamanca. En ese momento, Mónica decide decirle a sus hijos lo ocurrido y escoge un parque para hacerlo.
Mónica al final se entregó y dijo estar arrepentida. Asegura que no tuvo intención de hacerlo, que fue por las humillaciones constantes a la que estivo sometida constantemente.
Sin embargo, no dió una explicación convincente sobre la presencia del martillo debajo de su cama. Ante la policía dijo que por razones de seguridad, ante los robos frecuentes en si barrio, decidió colocar el martillo bajo su cama.
Mónica ya había denunciado a Hugo por violencia familiar en el 2003 y el 2008. Precisamente, por orden judicial ella y sus hijos llevaban tratamiento psicológico en el Hospital Hermilio Valdizán.
De acuerdo a la pericia psicológica que se le practicó a Mónica, presenta una personalidad inestable, impulsiva, dependiente y con rasgos disociales. Sin embargo, esta conclusión no advierte que Mónica sufra de transtorno mental agudo.
Y, ¿qué podemos decir de Hugo? Sus allegados lo recuerdan como un hombre ejemplo, un amigo leal, excelente profesional y un tenaz promotor de obras sociales. Los que lo conocieron no pueden creer lo ocurrido. Para ellos, Mónica no pudo soportar la idea de que Hugo pretendiera formar un nuevo hogar. Consideran que sus celos la llevaron a darle una muerte tan cruel.
Según los estudios de violencia familiar, por cada siete hombres que asesina su pareja, una mujer hace lo mismo. Este caso es uno de ellos. Y en ocasiones como esta, una vez más son los hijos los que tienen que sufrir las consecuencias de un hogar destruido, con un padre brutalmente asesinado por la madre a la que le espera como mínimo quince años por el delito de parricidio.

sábado, 10 de octubre de 2009

Acurruncun

"Va para ti el abrazo de siempre y lo que te gustaría decirle a todos los católicos peruanos: cuando Dios determina acabar con sus mortales no le valen los cordiales ni los caldos de gallina", estas fueron las primeras palabras del maestro Oscar Avilés al enterarse de la muerte de su entrañable amigo y otro gran maestro Arturo Zambo Cavero.
Su cadenciosa y potente voz nos ha dejado en el mes del criollismo, en el mes morado... intérprete de intérpretes... el Zambo Cavero ocupará siempre una lugarcito en el corazón de todos aquellos que nos gusta la música criolla.
Creyente, bonachón, defensor del seco de gato y ciriador como él solo, si el Zambo Cavero tenía una gran virtud era la de amar a nuestra tierra con ese amor y esa pasión que muchos quisiéramos experimentar... No por eso sus interpretaciones de Contigo Perú y Y se llama Perú, entonados por él con gran sentimiento, son los temas que le arrancan más de una lágrima a nuestros paisanos que viven en el extranjero.
El Sachún, donde nos deleitamos con su arte, ya no es el mismo...
Este cajonero partió dejando un legado musical que esperemos a partir de su muerte sea revalorado... Nuestro Zambito armará la jarana en el cielo!!!
A donde Panchita Mata
cuando vino de maestra
fuimos catorce en la orquesta
a darle una serenata...

Chacombo... un festejo que hasta al más duro le arranca una movida de cintura.


Duele tu ausencia cuando estoy solito
carñiño bonito ven, ven que te quiero más
y si no sabes que te necesito
pasa un ratito por mi soledad...

Cariño bonito uno de los valses que despertó mi gusto por la música criolla...


Y qué decir de la zamacueca... Carimba una de sus mejores representantes...

Huyan hermanos huyan
que el patrón está endemoniado
que cuando coge carimba
al mismo diablo quiere marcar...
Ahora Maestro estás unido a tu tierra Contigo Perú....

Grande Zambo!!! Para mí siempre estarás ahí presente... cada vez que le arranque una tonada al cajón.
Y se llama Perú
con P de Patria
la E del Ejemplo
la R Rifle
la U de la Unión
Yo me llamo Perú....

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Mi gran pasión


No hay como ganarse la vida haciendo lo que a uno le gusta. Y aunque a veces reniego porque en algún momento siento que no tengo vida (odio pautearrr!!!), si volviera a nacer sería periodista. Y es que el periodismo es una pasión, una vocación de servicio. El amor por este oficio a veces nos rebasa, nos hace adictos: workaholics. Somos periodistas a tiempo completo. ¡Feliz día colegas!... y pónganse a escribir nomás que para nosotros hoy, 1 de octubre, no es feriado.




PD. Si esta versión romántica del periodismo no les gustó, los invito a leer la versión del siempre controvertido salvaje digital... Ay Javier no tienes remedio!!! jijiji

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Quemado vivo

Chiclayo ha sido escenario de uno de los crímenes más crueles de los últimos meses... Un hombre fue quemado vivo en la combi en la que trabajaba... A continuación conozca los detalles de uno de los casos policiales que ha conmocionado el norte del Perú.
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Celso Anton Navarro tenía 48 años y trabajaba como chofer de combi para sostener su hogar. Padre de cuatro hijos y abuelo querendón, Celso era de carácter afable y tranquilo. Llevaba 25 años manejando vehículos de transporte público y jamás protagonizó trifulca alguna. La Paisana, como lo llamaban cariñosamente sus compañeros de trabajo, soñaba con tener su propia combi. Sin embargo, su sueño quedó en solo eso un sueño, una válida aspiración.
Celso hoy está muerto. Sus hijos, sus amigos y sus compañeros lo lloran y claman justicia. Y es que Celso es solo un ejemplo de la violencia que hoy vive Chiclayo en el sector transporte. Al cobro de cupos por parte de bandas de extorsionadores que operan desde el penal de Picsi, se suma otra forma de violencia, aún más absurda e incomprensible.
Eran las 9:30 de la noche del pasado 24 de agosto. Había terminado la jornada laboral. Como todos los días, Celso se prestaba junto con su cobrador Luis Mera a guardar la combi en una cochera ubicada a solamente tres casas de su domicilio en el asentamiento humano La Pradera. De pronto, cuando Luis ya se había bajado de la combi para abrirle el portón a Celso, aparecieron dos sujetos: uno de ellos encañonó a Luis y el otro se acercó a Celso, quien estaba en la combi. Mientras Luis forcejeba con su atacante, el otro sujeto le preguntaba a Celso si la combi era del Español. Y aunque Celso insistía en que No, el sujeto no le creyó. Sin dejar de apuntarle con la pistola, cogió la galonera que llevaba y le dijo: "Voy a incendiar la combi". Celso ya no tuvo tiempo de reaccionar, el sujeto le roció gasolina en las piernas y el pecho, roció también los asientos de la combi, prendió un fósforo y lo lanzó. El sujeto estaba quemando la combi con todo y chofer dentro.
Mientras los criminales huían en una moto, Celso se convirtió en una antorcha humana. Se tiró del auto y por más que los vecinos intentaron ayudarlo poco se pudo hacer. El 65% del cuerpo de Celso presentaba quemaduras de segundo y tercer grado. Por más que Celso luchó por su vida, su corazón no aguantó y dejó de latir, tras cinco días de agonía.
Pero ¿quién odiaría tanto a Celso como para asesinarlo tan cruelmente? Inicialmente se especuló que el salvaje ataque provenía de las bandas de extorsionadores, una modalidad de cupos por seguridad que ha invadido el norte del país: delincuentes que exigen a las empresas de transporte el pago de tres soles diarios por cada unidad para garantizarles que sus vehículos no sean atacados ni robados.
Sin embargo, hoy, el caso dio un giro de 180 grados. El condenable crimen de Celso, según la Policía, es producto de un lío interno de la empresa de transporte para la que trabajaba. Socios mayoritarios y minoritarios se han enfrascado en una pelea de nunca acabar por el manejo de la administración de esta empresa que cuenta con más de 100 combis y genera, según cifras oficiales, no menos de s/. 13 000 mensuales.
El presidente del directorio de la empresa Virgen de La Pradera y La Plata, el español Francisco Benesenes y su gerente, Jorge Peralta, culpan del crimen a los socios minoritarios encabezados por Raúl Manayay, dueño de la combi que Celso manejaba. En tanto, Manayay culpa al Español y a Peralta del asesinato al asegurar que todo fue preparado por él en represalia a los juicios que le ha emprendido a la actual administración. Solo las investigaciones darán con los verdaderos resposables.
Lo cierto es que Celso no era socio de la empresa, no era dueño de una combi, La Paisana era un simple chofer que se ganaba diariamente el pan para sus hijos. Víctima de una pugna interna ajena a él, que ha alcanzado un límite insospechado de violencia, Celso murió ante la impotencia de familiares y amigos a quienes solo les queda confiar en que otro humilde chofer no viva el mismo infierno.

domingo, 2 de agosto de 2009

Punto de quiebre

El día que casi me matan parecía un día cualquiera, no tuve sueños premonitorios, ni presentimientos, ni corazonadas. No hubo nada que me advirtiera que viviría los segundos más angustiantes de mi vida.
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Era octubre: mes de la procesión del Señor de Los Milagros, del turrón de Doña Pepa (¡qué rico!), de los anticuchos, de los picarones. Era el mes morado: un mes de fe.
El día que casi me matan fue jueves y hacía frío. Yo trabajaba, en ese entonces, en un diario limeño en el corazón de Miraflores. Recuerdo que ese día, muy temprano, me llamó una de mis mejores amigas: Lili. Quería que nos encontráramos para charlar (mejor dicho chismear) y yo encantada acepté. A las seis de la tarde nos encontraríamos en la puerta del edificio donde yo trabajaba.
La tarde transcurría como siempre y como nunca. Y es que ese día en la redacción recibimos una gran noticia: nos pagarían nuestro sueldo atrasado. ¡¡¡Yupiii!!! Fue así como uno a uno fuimos desfilando por la oficina de administración con una sonrisa de oreja a oreja. A todos se nos entregó el tan añorado cheque y apenas recibido y sentido tan suave papel nos vimos formando cola en el banco Continental, agencia ubicada frente al edificio del diario.
Recuerdo que cuando estaba por llegar a la ventanilla de atención advertí que no tenía mi DNI. ¡Qué tonta! con la emoción lo había olvidado. Junto a una colega, nos dimos media vuelta y cruzamos la pista decididas a regresar con nuestros documentos de identidad y así cobrar el dinero que tanta falta nos hacía. Sin embargo, algo ocurrió, hasta ahora no sé qué fue. Cuando terminaba de cruzar la pista le dije a mi amiga: "Yo no vuelvo, por algo será que no he logrado cobrar el cheque". Y por algo era. Sabia decisión.
La tarde llegó, redacté presurosa mis notas, cogí mi cartera (mismo maletín de Spor Billy) y fui al encuentro de Lili que ya me esperaba en la puerta del edificio. Cuando ya avanzábamos por la Avenida Arequipa, mi celular empezó a sonar, me estacioné y contesté. Era mi jefa quería que regrese pues faltaban unos datos en una nota. Tras una breve discusión, no me quedó de otra, di media vuelta y a regañadientes ya estaba redactando el párrafo de tres líneas que faltaba. Quizá si no hubiera regresado... si me hubiera demorado un poco más... no sé cuánto hubiera cambiado esta historia esa diferencia de veinte minutos.
Ya en el auto, Lili y yo empezamos a charlar, me contaba de su vida familiar, de su esposo y de lo adorable que estaba su hija. Yo le hablaba de mi deteriorada relación, si así se le puede llamar y me refiero a la palabra 'relación', a lo que medio año después acabaría definitivamente.
Confesiones van, confesiones vienen, decidimos seguir la conversa en un point donde pudiéramos comer algo ligero, sin bajar de mi auto porque hacía frío. Es así como nos dirigimos a una panadería, a tan solo unas cuadras de la casa de Lili, en Salamanca.
Yo suelo ser distraída y ese día, seguro, lo estuve más que nunca. Estaba entretenida en medio de una amena conversación y por eso no me percaté de que me seguían. Ahora sé que pudo ser desde la vía Evitamiento cuando desvíe para entrar a Los Quechuas.
Llegamos a la panadería, eran poco más de las 7:30 de la noche. Me estacioné. Hasta ese momento no observé nada extraño. Lili bajó del auto a comprar unos pasteles y unas gaseosas. Yo me quedé en el auto, bajé un poquito la luna (no quería que se empañaran todas las ventanas) y empecé a buscar alguna emisora que llamara mi atención. Lili demoraba así que me fijé si venía, de pronto vi un auto nuevecito estacionarse delante de mí. Era plomo oscuro de lunas polarizadas, era un Toyota Corona sin placa, lo recuerdo claramente. Sin embargo, en ese momento si bien me llamó la atención lo nuevo del auto, no me pasó por la cabeza que tuviera que ver con los segundos angustiantes que estaba por vivir.
Continuaba yo buscando una canción a mi gusto y Lili abrió la puerta del copiloto y estrechó sus brazos y me entregó los pasteles. Aún sonreía. Cuando me iba a entregar las gaseosas, tocaron de pronto la ventana de mi lado. Volteé a mirar y de ahí todo fue una eternidad. Todo fue confuso, eran como fotos.
Vi lo ojos desorbitados de un nervioso joven (tendría unos veinte años), vi sus manos forzar la ventana y lograr bajarla, lo vi introducir un arma y apuntarme. Sentía el cañón del arma en mi cabeza, qué frío era. Liliana gritaba y gritaba, la sentía bajo mi asiento aferrándose, alguien la jalaba. Sus gritos eran como ecos, gritaba que nos iban a matar, que tenía una hija. Sentía el carro moverse, lo estaban palanqueando. Estaba en shock, no podía creer lo que pasaba. Quería moverme y hablar, pero no podía.
Tenía lo ojos fijos en el tipo, quien me insultaba y me gritaba que me bajara. No quería que lo mire, pero yo no podía evitarlo. La puerta estaba con pestillo y el tipo se veía desesperado, quería que quitara el seguro. Todo era tan absurdo. Pensaba que el tipo estaba loco, dónde iba a vender un FIAT. Pensé, tontamente, que quizá le pareció un GOL por la oscuridad de la noche. Pensé en decirle que se fije bien que era un auto que no era comercial. Pensé tantas cosas: y si abro y me lleva, y si abro y me dispara.
Estaba tan aturdida al sentir que el tipo hacía sentir el cañón de su arma en mi cabeza (hasta ahora no sé si era pistola o si era un revólver), que decidí bajar. Estaba, entonces, levantando el pestillo cuando sonó un disparo.
Hasta ese momento no sabía quién disparó. Solo recuerdo que sentí como si mi respiración quedara suspendida, como si el tiempo se hubiera quedado detenido cuando irrumpió ese sonido. Vi los ojos del tipo y pensé: "Me va a matar". Quizá, suene tonto, todo lo que pensé en esas milésimas de segundo que para mí fueron una eternidad, en ese lapso de tiempo en que sonó el disparo y sentí la mirada rabiosa de aquel delincuente.
Lo primero que pensé, puede sentirse absurdo, era si me iba a doler: ¿Será un solo dolor, será rápido, sufriré? Pensé que era una forma absurda de morir ¿por Dios dónde iban a comercializar ese carro?, pensé que era muy joven, no entendía porqué había llegado mi hora, ¿había cumplido mi misión en este mundo? si la cumplí ni cuenta me di. De pronto parecía estar viendo una película, sentada en una butaca en primera fila (solo faltaba la canchita, porque no hay cine sin canchita). Era la película de mi vida: me vi de niña jugando con mis hermanas y mi papá fútbol en el parque de Miraflores, vi a mis hermanas ya adultas junto a mis padres compartiendo nuestras interminables cenas delivery, vi mis logros y mis fracasos. Entonces, me resigné. Si así era el destino, qué podía hacer yo. De pronto, la escena final de la película irrumpió en mi mente: era mi madre formando palabras en el plato de comida para lograr que su niña con dos moñitos coma algo. Ya ni recordaba eso, pero en ese momento era tan vívido. Ahí me invadió la angustia, pensé que mi madre no iba a soportar enterrarme. Era antinatural, son los hijos los que entierran a su padres, no al revés. Mi resignación, entonces se esfumó y mi corazón se oprimía por ese sentimiento llamado angustia.
Otro disparo sonó y volví en mí. Una corta balacera se inició y vi al delincuente alejarse apuntándome. Solo recién ahí pude abrir la boca, le dije a Lili que teníamos que ubicarnos bajo el tablero del auto, bajo el asiento. Los disparos cesaron a los segundos, nos asomamos temerosas y vimos la silueta del auto difuminarse al final de la calle. Todo era confusión, las alarmas de las casas sonaban, la gente gritaba, estaban con palos. Sentí mis tobillos helados y mojados, eran las gaseosas que se habían derramado en medio del forcejeo.
La gente rodeó el auto. La Policía me pidió mis datos, pero lo único que recordaba era mi nombre. Me preguntaron si estaba herida, si estaba bien. Me pidieron que bajara del auto y no quise. Estaba asustada, aturdida. No sé quién me prestó un celular, pero me vi llamando al diario para pedir que anularan el cheque. Los tipos se habían llevado mis documentos, mi celular y el cheque. Si lo hubiera cobrado, se hubieran llevado todo mi sueldo.
La Policía se quería llevar al dueño de la panadería. Fue él quien hizo el primer disparo. Lo acusaban de haber jalado el gatillo y poner en peligro a todos. Pero si no hubiera sido por él, no sé qué hubiera pasado. Los vecinos se pusieron furiosos y por poco y agarran a palos a los policías por tal atrevimiento.
Nunca regresé a darle las gracias a ese señor que se envalentonó y cogió su arma y disparó al aire desde un segundo piso, hasta hoy no he vuelto por ahí. Quizá un día lo haga. No soy malagradecida, pero no sé por qué hasta hoy no he ido.
Los tipos que me asaltaron eran cuatro: el que me encañonó, el que jalaba a mi amiga para sacarla del auto, el que me palanqueba la maletera y el que conducía ese auto nuevecito que llamó mi atención. Hoy sé que los delincuentes querían solo cambiar de carro. Habían cometido un asalto cerca a Salamanca y la Policía estaba tras sus pasos.
Uno de ellos era el más avezado, el que quería sacar del auto a Lili, él fue quien contestó los disparos. Al menos eso recuerdan los que estaban en la panadería observando todo y que, por supuesto, no hicieron nada (bueno, los entiendo cómo arriesgar sus vidas por dos personas que ni conocen y encima ante hombres armados). No recuerdan a ciencia cierta si los otros dos (entre ellos mi atacante) dispararon también.
Una semana me duró el trauma. Estaba paranoica. Asomaba por la ventana de mi casa y pensaba que los tipos irían a buscarme porque tenían mis datos y tenían mi cheque. Lloraba de una forma extraña: no sollozaba, solo caían y caían las lágrimas por mis mejillas. Eso, hoy, ya está superado. Claro, que no puedo negar que esa experiencia dejó huella en mí. Por ejemplo, me siento intranquila cuando sobreparo el auto en una luz roja, no me quedo dentro de mi auto estacionado, salvo que esté bien acompañada y ando siempre atenta al espejo retrovisor.
Pero esa experiencia no fue mala del todo. Hoy, que estoy ad portas de cumplir un año más de vida, recuerdo este episodio como un punto de quiebre en mi vida. Hay un antes y un después de ese día. Hoy disfruto más la vida, de mi familia, de quienes me quieren y me aprecian. Sé que mi carrera y mi trabajo son importantes, pero no son lo más importante (ya no soy la workaholic de antes). Soy consciente de que la vida es muy corta como para andarse haciendo mala sangre por tonterías. Y es que uno está en este mundo para ser feliz y hacer feliz a quienes quiere y ama.


En Río de Janeiro, hace unos meses, disfrutando de una vista maravillosa.

domingo, 28 de junio de 2009

Viaje fatal

Carlitos tenía un futuro prometedor. Era el hijo amado, el amigo querido, el estudiante dedicado, el trabajador responsable. Carlitos tenía planes, tenía sueños. Pero una noche de diciembre su vida se acabó absurda y brutalmente.


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Era el último día de clases. Carlitos casi no había dormido, se la pasó estudiando para rendir su examen final. Como todos los días emprendió el largo viaje hacia la universidad. Le llevaba por los menos dos horas el trayecto de su humilde casa en Chosica a San Marcos. Ya se había acostumbrado y solía aprovechar el viaje para estudiar o dormitar un poco.
Ese fatídico 18 de diciembre, Carlitos llegó a la universidad no solo con la preocupación de dar un buen examen sino, además, con la ilusión de celebrar con sus compañeros el fin de ciclo y así lo hizo. Se reunió con sus amigos y se tomó unos tragos. Y es que había motivos para festejar: le había ido bien en los exámenes, el ciclo se acababa y las fiestas de fin de año se acercaban.
Llegada las diez de la noche, algo picadito, enrumbó a su casa. Tomó como siempre la coaster que lo dejaba al pie del cerro en que vivía. Cansado, se quedó dormido sin presentir que emprendía su viaje final.
Carlitos sería encontrado casi hora y media después tirado en la carretera central a la altura de Chacrasana. Los bomberos lo trasladaron al único hospital de Chosica. Tendido en una camilla, Carlitos agonizaba y solo esperó a sus padres para expirar.
"Mi hijo murió en mis brazos. Yo lo tocaba, mi hijito tenía un hueco en la cabeza, estaba con el hombro casi desprendido, tenía el tobillo roto. Yo estaba como loco, no entendía lo que pasaba, no podía ni llorar, era como si mi corazón se hubiera vuelto duro. Hasta ahora no puedo llorar", recordaba don Gabriel Meza, padre de José Carlos Meza Crispín, estudiante de tercer ciclo de la Facultad de Ciencias Matemáticas.
Don Gabriel y su familia creyeron que se trataba de un atropello, al menos esa fue la versión que le dio la policía de Chosica. Contra la ley natural de la vida, don Gabriel enterraba a su hijo de 19 años de edad, a su hijo querido, a ese ser que alegraba la casa con sus ocurrencias y sus bromas, a ese hijo que no dudaba en cachuelearse de mozo para apoyarlo económicamente.
"No sabe usted lo que significa que le arranquen a uno un hijo, ya joven, estudiando para ser profesional. Siempre le gustó las matemáticas, quería estudiar después Ingeniería. Me decía vas a ver papá que más adelante estaremos bien. Me decía yo voy ayudarte a sacar adelante a mi mamá y a mi hermanita. Vas a ver papá", continúa recordando don Gabriel, un vendedor de muebles del mercado de Chosica. Pero, así es el destino para algunos: inexplicable, incomprensible, injusto, cruel.
Cuando aún la familia no se reponía del shock que significó la muerte de Carlitos, don Gabriel
se topó con la verdad: su hijo no había muerto atropellado, había sido asesinado. El padre de Carlitos encontró un anónimo por debajo de la puerta de su puesto en el mercado en el que se indicaba la placa de la coaster y los nombres de los asesinos.
Papel en mano, don Gabriel buscó ayuda en Chosica, pero nadie le hizo caso. Fue la División de Homicidios la que finalmente escuchó los clamores de justicia de don Gabriel. Llamaron a declarar al chofer quien terminó contándolo todo. Eduardo Bullón alias Payasito declaró a la policía que Carlitos se había quedado dormido y como ya no había más pasajeros los cobradores Miguel Echevarría alias Miguelón y Carlos Ramos alias Caluchín decidieron robarle. Sin embargo, ellos no contaron con que el universitario opondría resistencia. Según refiere la policía, Carlitos aprisionó su mochila contra su cuerpo, se negaba a entregarla. Entonces estos seudosboleteros cogieron el fierro de cambiar llantas y lo golpearon en la cabeza, el hombro y la pierna. Ya inconsciente, los tipos no tuvieron reparos en lanzarlo a la carretera cuando aún la coaster estaba en movimiento.
Con esta confesión, la policía a través de la Fiscalía pidió al Poder Judicial la captura de los tres involucrados, pero el juez de Lima inexplicablemente rechazó el pedido. Solo, luego que el caso fuera difundido en el programa Cuarto Poder, don Gabriel fue escuchado y el juez de Chosica ordenó la captura de los tres sospechosos.
A la fecha solo uno de los presuntos implicados está tras las rejas: Miguelón. Este sujeto, quien tiene antecedentes por robo en coaster, niega su participación. En tanto, los otros dos: Payasito y Caluchín no aparecen.
La captura de Miguelón ha permitido también conocer públicamente lo que era un secreto a
voces en Chosica: en las coaster que cubren las rutas Lima-Chosica se suele robar a los pasajeros que se quedan dormidos una vez que llegan al último paradero. Así lo confirmó el mismo Miguelón: "Cuando ven que algún pasajero se queda dormido o está borrachito, algunos aprovechan para robarles". Incluso, el sujeto se atrevió a dar los nombres de las empresas de transportes.
La familia de Carlitos aún exige justicia. Quieren ver en prisión a los autores del crimen de su hijo. No hay día que don Gabriel no recorra, con su andar cansado, los pasillos del Poder Judicial. Esa es por ahora su razón de vivir: alcanzar una justicia que parece serle aún muy esquiva.